Tú fuiste mi fuerza al nacer, mi aliento. Cada días venias ha verme al hospital cuando yo estaba en la incubadora y cada mirada…tuya me trasmitía seguridad.
¡Que fuerza, no me darías tú¡…que yo ahora siendo mayor te convertiste
en un guía espiritual
que cada palabra que me dijeras tenía un significado y una lección de la vida
para que yo la aprendiera.
Así… yo fui creciendo aprendiendo a amar a esta vida, a la naturaleza,
a respetar al próximo y ante todo ayudar a los demás.
Parecías que tú no solo habías venido a este mundo a ser solo mi
abuelo, sino un guía que uno se encuentra en el camino de la vida.
Después de muchos años tu muerto me sigues guiando en sueños, con
peticiones que te pido. Mientras yo
pienso en ti… esa energía se trasforma en ¡fuerza¡ para que yo en mis momentos
bajos pueda recuperar el aliento en cada bache, incertidumbre de mi vida
cotidía .